Por: Vittorio Badoino Rivera
Piedad Rivera Llanos nació en
Moquegua el 23 de diciembre de 1930, hija de Virgila Llanos Fernandez y Mariano
Rivera Zeballos. Fue la Mayor de siete hermanos: Mery, Julia, Denny, Carmela,
Jesús y Oscar. Estudio en el colegio “La
libertad”. A temprana edad, fue huérfana
de padre, por la cual tuvo que apoyar a su madre desde
entonces.
En 1953, egresó de la Escuela Normal “Corazón de María” de Tacna,
destacando como buena estudiante.
En sus primeros años como
maestra, los desarrolló en la Institución Educativa “980”.
En 1956 se casa con Vittorio
Badoino Acervo, forjaron un hogar de cinco hijos: Javier, Jorge, Gino, Aldo y
Vittorio.
El 1° de abril de 1958, se
trasladan al asiento minero de Toquepala,
donde fue maestra junto con la señora Jesús Dileo de Calderón como directora y
la señorita Irma Ramos Parra, profesora, para crear la primera escuela de
Toquepala, aquellos años con 150 alumnos,
le dieron nacimiento a la escuela “2673”
, para posteriormente en 1960 ser designada Directora de la misma.
En 1977 se trasladan al
asiento minero de Cuajone, donde labora
en el colegio particular de Villa Cuajone, y por iniciativa de ella, se logra
llamar “Juan Velez de Córdova” desde 1979, en homenaje al primer precursor
moqueguano de la independencia del Perú.
Cumplida su misión en los
centros mineros, junto a su esposo retornan a Moquegua en 1987, invirtiendo en
la industria panificadora con el nombre de “BARI”. Agarrando las riendas del
negocio desde 1990, por el fallecimiento de su esposo, y posicionándose como
una empresa líder durante casi treinta años.
Ha tenido una intensa
participación en la vida ciudadana, participando en homenajes de índole cultural,
siendo presidenta de “SERCOFE” por dos periodos, trabajando en el desarrollo y superación de la mujer.
Piedad
fue una Moqueguana ejemplar y varias promociones, ex alumnos, colegios y
trabajadores la recordaran siempre por sus enseñanzas, personalidad, rectitud,
generosidad y don de gentes. A lo largo de su vida jamás dejó de escribir,
colaborando en algunas revistas y diarios regionales, sobre todo aquellas crónicas, que con tanta
pasión lo hacía, describiendo hechos, personajes, vivencias, aspectos
turísticos, homenajes y todo lo que significó el progreso y desarrollo de
Moquegua.