jueves, 20 de febrero de 2014

Biografía de Piedad Rivera Llanos

Por: Vittorio Badoino Rivera

    Piedad Rivera Llanos nació en Moquegua el 23 de diciembre de 1930, hija de Virgila Llanos Fernandez y Mariano Rivera Zeballos. Fue la Mayor de siete hermanos: Mery, Julia, Denny, Carmela, Jesús y Oscar.  Estudio en el colegio “La libertad”. A temprana edad, fue  huérfana de padre,  por la cual tuvo que apoyar a su madre desde entonces.

En 1953, egresó de la Escuela Normal “Corazón de María” de Tacna, destacando como buena estudiante.
En sus primeros años como maestra, los desarrolló en la Institución Educativa “980”.

En 1956 se casa con Vittorio Badoino Acervo, forjaron un hogar de cinco hijos: Javier, Jorge, Gino, Aldo y Vittorio.


El 1° de abril de 1958, se trasladan  al asiento minero de Toquepala, donde fue maestra junto con la señora Jesús Dileo de Calderón como directora y la señorita Irma Ramos Parra, profesora, para crear la primera escuela de Toquepala, aquellos años  con 150 alumnos, le dieron nacimiento a la escuela  “2673” , para posteriormente en 1960  ser designada Directora de la misma.





En 1977 se trasladan al asiento minero de  Cuajone, donde labora en el colegio particular de Villa Cuajone, y por iniciativa de ella, se logra llamar “Juan Velez de Córdova” desde 1979, en homenaje al primer precursor moqueguano de la independencia del Perú.

Cumplida su misión en los centros mineros, junto a su esposo retornan a Moquegua en 1987, invirtiendo en la industria panificadora con el nombre de “BARI”. Agarrando las riendas del negocio desde 1990, por el fallecimiento de su esposo, y posicionándose como una empresa líder durante casi treinta años.

Ha tenido una intensa participación en la vida ciudadana, participando en homenajes de índole cultural, siendo presidenta de “SERCOFE” por dos periodos, trabajando en el  desarrollo y superación de la mujer.



Piedad fue una Moqueguana ejemplar y varias promociones, ex alumnos, colegios y trabajadores la recordaran siempre por sus enseñanzas, personalidad, rectitud, generosidad y don de gentes. A lo largo de su vida jamás dejó de escribir, colaborando en algunas revistas y diarios regionales,  sobre todo aquellas crónicas, que con tanta pasión lo hacía, describiendo hechos, personajes, vivencias, aspectos turísticos, homenajes y todo lo que significó el progreso y desarrollo de Moquegua.