¡Fortunata, Virgen y Mártir!...
que por tu fe inquebrantable
sufriste horribles torturas y suplicios
por defender tu credo y tu honor.
Fuiste fieramente degollada
por los perseguidores de los cristianos
conjuntamente con tus hermanos
con la demencia de un tirano emperador.
Por los designios del Buen Dios
con el reverendo Padre Tadeo Ocampo
en difícil y ardua peregrinación
pasaste por España y costas africanas,
también por Brasil y Argentina
como así Bolivia y llegaste al Perú.
Triunfó la inocencia, triunfó el candor
acabose el martirio de tu corazón
y arrancada de las manos enemigas
con el amor de nuestro Redentor.
No en vano fueron tus penurias,
tus viajes, sinsabores y miserias
y te quedaste para siempre
en esta tu Moquegua, bendita Villa del Señor.
¡Qué prodigio tan hermosos...!
¡Qué prodigio tan divino...!
contemplarte cada día, cada noche
con sincera entrega y devoción.
Cómo se regocija el corazón
cuando a tu Urna sagrada
llegamos hasta tí, mi bella Fortunata
pobres, enfermos, tristes, afligidos
para ser favorecidos con la sonrisa de tu amor.
¡Oh Fortunata!... Santa Y Mártir ...
llénanos de fe y de pureza,
aparta de nosotros desasosiego y tristeza
coloca en su lugar nuestra confianza
y la validez de nuestras esperanzas.
Porque sólo así veremos revestirse
los días que han de venir
y comprenderemos con claridad
que habrá siempre para Moquegua
¡un nuevo día en cada amanecer...!
Moquegua, mayo del 2000
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