Ese hombre no “sale a pescar”.
Él camina el desierto buscando señales.
🧺 La canasta como mundo
Que en la canasta lleve: aparejos, comida, agua,
abrigo… significa que no depende del regreso inmediato.
Va preparado para quedarse donde el mar responde.
Eso es conocimiento profundo del territorio, no improvisación.
El canastero no persigue al pez: se acomoda al ritmo del pique.
🌊 “Hasta que se ralee”
Esa palabra lo dice todo.
Ralear no es arrasar.
No es exprimir.
Es esperar a que el cardumen se disperse por sí mismo.
Ahí hay una ética antigua: tomar mientras hay, retirarse cuando toca, dejar que el mar se recomponga.
🧭 Caminante de arenas
Caminar la playa es leer un libro que cambia cada día: la espuma, el color del agua, las aves, el viento, el silencio.
Solo quien ha caminado mucho aprende a detenerse en el lugar justo.
Con la canasta cargada como si llevara su casa a la espalda:
aparejos, comida, agua, abrigo.
Lo justo para quedarse donde el mar hablaba.
Porque hay hombres que pescan para vivir
y otros que viven para escuchar al mar.
El canastero pertenece a estos últimos.
Camina menos ahora.
Pero su historia sigue andando,
de boca en boca,
como la espuma que no se queda,
pero deja marca.

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